Sabíamos no decirnos nada. Conservando en apariencia, una amistad consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho. Hola. ¿Qué haces?, convidáme un pucho que me tenés abandonada. Vos con tu mochila a cuestas. Yo con la excusa perfecta para charlar de pavadas. Un poco de humo en el medio, y enloquecieron las miradas. Quiso el destino que esa noche hiciera frío, y que el ruido de los coches me hiciera hablarte al oído. Y si el diablo se contenta con que dudes un instante. Vos y yo y nuestras miserias y esta noche por delante. ¿Quién sabe? ¿Será amor? ¿Quién sabe?
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