viernes, 19 de febrero de 2010

Si bien el pretendía querer alejarse de mí, continuamos hablando todos los días. A veces con despecho, a veces por extrañarnos y otras solo porque necesitábamos tocarnos y sentirnos. Así, terminábamos hablando depor qué nos habíamos peleado, de cuáles eran las fallas en esa pareja corrupta .Tanto rogué, tanto lloré, tanto, que finalmente accedió. Nos encontramos en micasa. Volver a verlo después de dos meses me provocó un colapso en el sistema nervioso.No era algo que pudiésemos decidir, vernos y no tener sexo estaba lejos de nuestra imaginación más remota. A partir de aquel día de octubre, éramos adictos uno al sexo el del otro, era exageradamente placentero tocarnos y poseernos, por eso no era una opción dejar pasar la oportunidad. No era opción.Me miró sonriendo y se tiró encima de mí casi sin que me diese cuenta. No me interesaba darme cuenta, necesitaba que estuviera adentro mío lomás rápido posible, quería olvidarme del colegio y de todo lo que había pasado con él;quería olvidarme de que estaba en micasa y que en una hora nos tendríamos que ir, yque no iba a verlo en muchísimo tiempo. No quería pensar que lo único que nos unía era el sexo, pero… necesitaba ese sexo, aunque no fuese lo único que necesitaba.Estábamos ya los dos desnudos y el estaba encima de mí cuando simultáneamente sentí placer y una opresión en el pecho, una angustia mortal,esclavizante, que aunque traté de disuadir me violó hasta lo más profundo. Se diocuenta. Paró, me miró. Me preguntó por qué lloraba. Yo tenía los ojos rojos (lo séporque me arden mucho cuando los tengo así) y las lágrimas parecían salir de una fuentenunca paraban, no iban a parar, no pretendían hacerlo.Me sentía horrible: quería sentir su piel, su cuerpo, pero no quería tener sexo.Necesitaba estar al lado suyo, abrazarlo, quizás hasta verlo dormir; pero tener sexo noera compatible con la angustia existencial que vivía dentro de mí en ese momento.Sí,claro que no iba a poder tenerlo desnudo al lado mío si no hacía lo que fuera por seducirlo y hacer que me lleve a la cama, pero no era lo que yo quería. Simplementenecesitaba verlo tranquilo, con su tergiversada mente dormida.Le dije que lloraba porque tenía mucho miedo de perderlo, de que esa fuera laúltima vez que hiciéramos el amor, que lo vería indefenso y entregado. “, nunca me vas a perder. Nunca”.Y despues, no lo volví a ver .Los cambios de planes no son aceptables en mi vida. Si vamos a hacer tal cosa,la hacemos. No hay porqué arrepentirse, no hay porqué cambiar los planes, nada es justificable. De allí que cada vez que me deja plantada o no me registra o no me habla mi mente trabajahorarios desubicados hasta encontrar respuestas que me hagan infeliz. Casi todas ellas una mujer, una nueva amante, pocas ganas de verme o la decisión definitiva de dejar dequererme. Todas ellas me alarman, me corrompen y siento un dolor tan hondo, tan profundo como una lanza surcada por entre el estómago. Y me invade una desesperanza que más parece una descarga eléctrica poderosísima que me deja nublada, ciega,somnolienta, imbécil, destartalada. Sin poder de decisión, inactiva e imperante: necesito dormir, o morirme, o que me maten. Y si no sufro otra descarga eléctrica me quedo dormida al poco tiempo. : Y por otro lado a veces, pocas Así funciono, por peor que suene. ¿Cómo puedo amar y odiar a una mismapersona? Fácil: elme da lo que quiero, o me da en parte lo que quiero, o mehace creer que me da lo que quiero, o me auto convenzo de estar satisfecha con lo queme da o le mendigo y acepta entregar a modo de limosnaaveces, tomo consciencia , de lo patético de mis actitudes y comienzo a pensar: situaciones, hipótesis, electricidad, etc.… y eso me hace odiarlo.La electricidad me hace odiarlo y me hace dormir. Generalmente cuando medespierto, no recuerdo por qué lloré tanto y cuando logro saberporqué, aún no lo entiendo.. Aldespertar la pena aparece reducida y hasta minimizada. . Nada más que eso.el no asume culpas, no le inculpo nada, yo vuelvo a ser feliz la que alegra la vida de los otros y comienza una vez más todo cuando me doy cuenta de que no es suficiente paramí, que necesito más, que no estoy bien. Así es como se ama y se odia a alguien hasta límites insospechados.Así soy: extremista ,siempre pienso que la gente me quiere dejar engañar o simplemente desconfía de mí. Ese “gorda, nunca me vas aperder” era el sustento con menos sentido que alguna vez me hubiese sostenido. Sabíaque era una frase mentirosa para cambiar de etapa, es decir, para dejar de llorar yempezar a coger; pero, de todas maneras, era lo único que me quedaba. Esa frase era miúnico sustento. Y aunque ya tenía casi un año de antigüedad, cabía perfectamente en elpresente: yo no quería que me deje e iba a recordárselo si era necesario. . Suponía en ese entonces, o quería suponer, que frases como aquella notenían fecha de caducidad.

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